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jueves, 16 de enero de 2014

de Bitácora de un Bibliotecario

traducido por Edgardo Civallero y Sara Plaza


Manos ruidosas en la biblioteca

Manos ruidosas en la biblioteca
Manos ruidosas en la biblioteca: La neurodiversidad en la teoría y la práctica de LIS

Por Emily Lawrence. Traducido por Sara Plaza

La siguiente entrada es la introducción de un artículo de Emily Lawrence titulado "Loud Hands in the Library: Neurodiversity in LIS Theory & Practice", que fue ganador del Bravermann Award 2013 y publicado originalmente en la revista estadounidense Progressive Librarian (nº 41, otoño de 2013, pp. 98-109). Dicho artículo ha sido traducido del inglés por Sara Plaza y revisado por Edgardo Civallero con permiso expreso de la autora, y puede descargarse completo aquí.

Al entrar en la biblioteca me encontré con los mostradores de préstamo y referencia, las máquinas de préstamo automático y un torbellino de actividad humana. Mientras estaba allí parada, intentando orientarme (sin conseguirlo), tropeles de estudiantes universitarios parloteaban y se movían a mi alrededor por todos lados. Agarré con fuerza la lista que había compilado de libros y números telefónicos como si fuera un talismán y noté los primeros signos de pánico.

Mi única defensa frente al ambiente de la biblioteca era estar en constante movimiento. Puede resultar difícil localizar la posición de mis extremidades en el espacio o anticipar cómo se van a mover los demás, pero caminar rápidamente en cualquier dirección permite acallar el temor a interactuar y la ansiedad que genera la desorientación espacial. Además, es un mecanismo para hacer frente a situaciones difíciles más aceptable socialmente (aunque menos efectivo) que sacudir las manos o vocalizar espontáneamente.

Después de dar unas pocas vueltas al azar por el primer piso descubrí un ascensor para acceder a los estantes, cuya zumbante luz fluorescente amarilla atravesó mis ojos y se coló dentro en mi cerebro. Mareada y con náuseas, desfilé por varios pisos con una especie de objetivo simulado, hasta que conseguí la mitad de los libros de mi para entonces arrugada lista y pude abandonar la biblioteca sin sentir que había suspendido algún examen extraño.

Lo cierto es que estoy acostumbrada a espacios que han sido diseñados sin pensar en alguien como yo. Mis dificultades de integración sensorial, mi confusión espacial, mi estrés social: todas ellas conforman la atipicidad neurológica que me coloca en constante desventaja en una sociedad organizada alrededor de un ideal humano bastante concreto. Y sin embargo, aunque normalmente ya cuento con que la mayoría de los lugares serán poco complacientes, este no es el caso de las bibliotecas. A lo largo de mi vida y durante las primeras etapas de mi carrera como bibliotecaria, he esperado más de este tipo de instituciones. Mis expectativas están intrínsecamente ligadas a la idea de la biblioteca como "lugar seguro", así como a los principios fundamentales de la disciplina (1). Así es que cuando una biblioteca no consigue estar a la altura de tales expectativas (fundadas como están en nuestros compromisos declarados como bibliotecarios) es importante preguntarse qué es lo que ha fallado y qué podríamos hacer para remediarlo.

En este ensayo demostraré que existe una laguna de conocimiento en el campo de la Bibliotecología y las Ciencias de la Información en torno a la neurodiversidad (2), esto es, a la idea de que diferencias neurológicas como la mía deberían entenderse como parte de la diversidad humana. Sostengo que las bibliotecas tienen una obligación especial de elaborar una teoría, una práctica y unas políticas que sean consistentes con la neurodiversidad, y examinaré algunas de las maneras como podríamos hacerlo. La obligación de comprometernos significativamente con la neurodiversidad tiene importantes implicaciones cuando hablamos de inclusión en el ámbito de las bibliotecas, así como en la forma de escribir, pensar y trabajar de los especialistas y profesionales de la bibliotecología.

(1) La bibliotecología es una profesión dedicada a proporcionar acceso a la información (donde “acceso a la información” es un concepto que implica tanto el acceso físico como el intelectual). De hecho, en el Código de Ética de la Asociación de Bibliotecas de los Estados Unidos de América se resalta nuestro papel fundamental como proveedores de servicios de información equitativos (Código de Ética del ALA, Artículo I).
(2) Al hablar de neurodiversidad, centraré mi atención en el conjunto de rasgos que han sido típicamente catalogados como el Espectro del Autismo. Sin embargo, mi razonamiento sería igualmente válido para otras diferencias neurológicas (e.g., TDAH, Síndrome de Tourette, dispraxia, etc.).