La historia de nuestro país está signada por la aventura represiva de eliminar la lectura de cientos libros. Hasta las bibliotecas privadas y públicas llegaba el grado de sospecha de los paladines de la "libertad" de todas las épocas.
Los allanamientos buscaban la evidencia más preciada: la bibliografía "subversiva" o equivalentes, así como los libros de contenidos anarquistas, socialistas, peronistas, marxistas o antifascistas.
Pero antes y después la persecusión del libro como elemento peligroso para la sociedad se desplegaba como una caricatura de la ausencia de democracia. Fue el General Onganía quien dijo en 1966 que tratándose de luchas ideológicas, la represión es el medio menos eficaz para hacer triunfar la propia ideología".
Más tarde el Gral. Viola afirmo en 1978 que el destino final es la mente humana, el sistema interno de convicciones de cada hombre.
Recordemos los hechos:"... en la mañana del 30 de agosto de 1980, en un baldío de Sarandí, Provincia de Buenos Aires, un grupo de camiones volcadores procedió a descargar un contenido poco frecuente: un millón y medio de libros y fascículos publicados por el Centro Editor de América Latina, secuestrados por la Policía Federal de los depósitos de la editorial por orden del juez federal de La Plata, mayor retirado del Ejército De La Serna.
Acto seguido las fuerzas policiales rociaron con nafta la pila y le prendieron fuego. Los libros amontonados ardieron durante horas antes de quedar reducidos a cenizas. Obras de grandes escritores del pais y del mundo, colecciones de historia y de ciencias, libros de poesía y enciclopedias, en fin... gran parte del maravilloso fondo editorial del Centro Editor se hizo literalmente humo.
Concluía así la persecución iniciada dos años antes, que incluyó el secuestro y prisión de empleados, amenazas, prohibiciones, clausuras; y se continuó, con un juicio antisubersivo contra el fundador y director del Centro, José Boris Spivacow, al que siguió el cierre de sus depósitos y el secuestro de sus ediciones.
Esta gigantesca quema de libros es por su envergadura, un símbolo de lo que la última dictadura militar significó para la cultura argentina. Completó y sintetizó otras varias afrentas, entre las que destacamos el allanamiento, clausura y encarcelamiento de los directivos de Siglo XXI editores, Que condujo al posterior cierre de la editorial; el allanamiento, clausura, quema de libros y cierre definitivo de la editorial de la Fundación Constancio C. Vigil de Rosario.
PRIMERA BIBLIOTECA POPULAR EN AVELLANEDA RECONOCIDA POR LA COMISION NACIONAL DE BIBLIOTECAS POPULARES DE LA REP.ARG. "Hay un unico lugar donde ayer y hoy se reconocen y se encuentran. Ese lugar es mañana." Eduardo Galeano "
jueves, 8 de septiembre de 2011
A 31 años de la gran fogata en Sarandí
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