Cuando parece que
estamos dejando la biblioteca 2.0 como algo atrasado y hay que ir pensando en
la 3.0 o la que venga, hay un punto que aún está en desarrollo y que va a
marcar nuestro futuro: la biblioteca verde.
También podréis
encontrarla como biblioteca sostenible o biblioteca ecológica, aunque en este
caso se confunde con las bibliotecas especializadas en ecología.
¿Qué hace que una
biblioteca sea verde? Sí, la pintura, claro, pero no estamos hablando de eso.
Se trata de que el impacto sobre el entorno sea mínimo y, a poder ser,
positivo. Algunas medidas que ya se están tomando incluyen el
autoabastecimiento energético, el uso mínimo de recursos (agua, electricidad,
papel) e incluso añadir vegetación a los edificios. En Estados Unidos se aplica
el sistema de puntuación Leadership in Energy and Environmental
Design (LEED). Éste establece varias categorías según lo sostenible del
edificio: certificado (26 puntos), plata (33), oro (39), y platino (52 o más).
Además, claro, de suspenso.
Este sistema mide
cuatro factores: impacto del edificio (cercanía a otros servicios, acceso en
transporte público, facilidades a discapacitados…), ahorro de agua y energía
(sistemas de climatización, ventanas, consumo eléctrico de los ordenadores y
otros equipos, paneles solares en los tejados…), materiales constructivos
(reciclados y reciclables) y calidad del aire
Algunos proyectos
que ya existen con el certificado LEED:
Seattle Central Library
Diseñada por Rem Koolhaas.
Aprovecha el agua de lluvia para riego y está acristalada para
conservar el calor. Está construida con materiales obtenidos en la zona y
todos los escombros de la obra fueron reciclados. Más, aquí: SPL’s green strategies
Biblioteca Nacional de Singapur
Obra de Ken Yeang, dispone de filtros solares para que la luz no dañe los materiales y sea a la vez cómoda para los usuarios.
Biblioteca Pública de Minneapolis
Su tejado es un jardín de 1,724 m². Aprovecha la lluvia como agua de riego y mantiene el interior fresco.
Anythink Brighton
Presume, con razón, de
eliminar cientos de miles de toneladas de dióxido de carbono al año.
Además, tiene un sistema fotovoltaico que genera un tercio de la energía
que requiere para funcionar. Estiman que esto supone un ahorro de 30
mil dólares al año.
En Europa también
existen proyectos en este sentido. En Leipzig se construyó esta
biblioteca utilizando cajas de cervezas y aprovechando la fachada de un
almacén abandonado.
La Biblioteca Central de Cardiff tiene
un tejado de hierba, elimina CO2 y dispone de una pequeña patrulla de
halcones que evitan que otros pájaros arruinen sus jardines.
En España una de las pioneras ha sido la biblioteca de la Universidad de Burgos. En esta presentación podéis ver todas las medidas que han tomado.
Por su parte, la biblioteca de la Universidad Carlos III colabora con la Unidad de Medio Ambiente de la Universidad para formular y gestionar su política verde.
La Biblioteca de la Universidad de Oviedo promueve
la adopción de una serie de medidas para favorecer las buenas prácticas
en materia de sostenibilidad y medio ambiente, como instalar bombillas
de bajo consumo, reutilización de papel, etc.
Todos estos proyectos no
son, o no deberían ser, una moda pasajera, sino un modelo al que
debemos tratar de aproximarnos. Las ventajas de una biblioteca verde no
son solamente para su entorno: afectan a sus trabajadores y usuarios,
además de que suponen un importante ahorro económico a no muy largo
plazo.
¿Conocéis otros ejemplos?
Javier Pavía
Servicio de Web
Servicio de Web
Fuente: http://blog.bne.es/?p=709
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