Por: Juan José Mendoza
Fernando Báez, especialista en la destrucción cultural de Irak, viajó en 2003 enviado por la ONU y contó su experiencia en un libro. Estados Unidos lo declaró persona no grata.
WASHINGTON -- Fragmentos deteriorados de una Torá, así como Biblias y otros textos religiosos que se encontraron hace 10 años en un sótano inundado en Bagdad son testimonio de que alguna vez existió una próspera población judía que desapareció totalmente de Irak.
La bibliotecaria Dina Herbert sostiene el libro Kol Bo que data del año 1540 y que era un texto de judíos iraquíes que se conserva en los Archivos Nacionales en College Park, Maryland, el 30 de septiembre de 2013. Fragmentos deteriorados de una Tora, así como otros textos religiosos que se encontraron hace 10 años en Irak muestran que alguna vez existió una prospera comunidad judía que desapareció totalmente de Irak.
ALEX BRANDON / AP
Un tesoro literario de más de 2.700 libros y decenas de miles de documentos fueron digitalizados y puestos disponibles en internet después de su recuperación de un centro de inteligencia iraquí y su posterior envío a Estados Unidos para años de laboriosa conservación.
Una parte de ese tesoro será puesto en exhibición por primera vez este último trimestre en los Archivos Nacionales de Washington.
"Un aspecto conmovedor o interesante en particular sobre esos documentos, es que están relacionados con una comunidad que ya no habita Irak", dijo Doris Hambur, directora de preservación de programas de los Archivos Nacionales.
La exhibición de 24 de estas piezas permite un vistazo extraordinario hacia una población judía que se remonta a la antigüedad pero que se dispersó después de la creación de Israel en 1948.
Sin embargo, la decisión de regresar la colección a Irak tras su exposición aquí provocó una sensación de amargura entre los judíos iraquíes que viven en Estados Unidos y un debate sobre la propiedad de esos materiales. ¿Deben pertenecer al país donde fueron encontrados o al pueblo al que alguna vez pertenecieron?
Los judíos iraquíes consideran estas piezas parte de su herencia cultural y afirman que una nación que hace décadas expulsó a sus ciudadanos judíos no merece recuperar los objetos sagrados de una población exiliada.
Algunos incluso temen que no exista algún sector judío en Irak que garantice la preservación de los libros, en especial en un país que continúa inmerso en la violencia y la devastación de un conflicto interno.
Los judíos iraquíes circularon una petición con la que pretenden impedir la devolución de los materiales en tanto que el senador Charles Shumer, demócrata de Nueva York, hizo una declaración pública en el mismo tenor dirigida al Departamento de Estado.
En artículos de opinión difundidos en periódicos, algunas personas se han pronunciado a favor de que los materiales sean compartidos con la comunidad judía exiliada y propusieron que se dé sepultura a los fragmentos de la Tora deteriorada, de acuerdo con la costumbre judía reservada para los textos sagrados ya inutilizables.
"El hecho es que estos fueron archivos que pertenecieron a la comunidad judía en Irak", dijo Gina Waldman, judía libia y presidenta del grupo Indígenas Judíos del Oriente Medio y del Norte de Africa.
"Es necesario que estos materiales sean devueltos a sus dueños legítimos. Fueron saqueados a la comunidad judía y lo correcto es que sean devueltos", apuntó.
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Rebecca Santana, en Islamabad, y Sameer N. Yacoub, en Bagdad, contribuyeron a este despacho.